¿Qué es mejor: ¿una puerta corrediza o plegable?
LAS VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA ELECCIÓN Y CUÁL CONVIENE PARA GENERAR MAYOR AMPLITUD
* 24 de septiembre de 2025
* 16:04
* icono tiempo de lectura 5 minutos de lectura
Escuchar Nota
Cada puerta tiene sus pros y sus contras. Gentileza Ignacio Arnedo
En el universo del diseño interior, donde cada centímetro cuenta y cada decisión impacta en la funcionalidad del espacio, la elección del tipo de puerta no es menor. Las puertas corredizas y plegables se han convertido en dos soluciones recurrentes para optimizar ambientes, dividir zonas sin perder continuidad visual y sumar estilo sin comprometer la comodidad. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿Cuál es mejor?
La respuesta no es única ni universal. Depende del tipo de ambiente, del uso que se le dará, de las prioridades estéticas y funcionales, y también del presupuesto disponible. Ambas opciones tienen ventajas concretas, pero responden a lógicas distintas.
VENTAJAS
La puerta corrediza se desliza horizontalmente sobre un riel, generalmente paralelo a una pared. Su principal virtud es que no requiere espacio adicional para abrirse, lo que la convierte en una aliada en ambientes reducidos o junto a muebles. Su diseño suele ser limpio, minimalista, y se integra fácilmente a estilos modernos. Además, al tener menos piezas móviles, ofrece buena durabilidad mecánica y bajo mantenimiento. En términos de aislamiento, también presenta ventajas: al contar con menos juntas móviles, puede sellar mejor el paso del aire, el ruido o el polvo, especialmente en modelos con doble vidrio.
La puerta plegable funciona como un acordeón. Está compuesta por varios paneles articulados que se pliegan al abrirse, apilándose en uno o ambos extremos del vano. Su gran atractivo es que permite una apertura casi total, lo que resulta ideal para conectar interiores con patios, jardines o terrazas. Esta apertura completa favorece la ventilación, el ingreso de luz natural y la sensación de amplitud. Además, su versatilidad espacial permite dividir ambientes cuando está cerrada y unificarlos al abrirse, adaptándose a usos múltiples como salas de estar, comedores o espacios de trabajo.
CONTRAS
Sin embargo, cada sistema tiene sus contras:
La puerta corrediza, por ejemplo, limita la apertura a solo una parte del vano, lo que puede restringir el paso o la vista completa. Si no está bien instalada, los rieles pueden acumular suciedad o dificultar el deslizamiento.
En cambio, la puerta plegable requiere más espacio lateral para apilar los paneles, lo que puede interferir con muebles o decoración. También tiene más piezas móviles, lo que implica mayor mantenimiento y posibilidad de desgaste en bisagras o rieles.
“Las puertas corredizas tienen un buen funcionamiento, se ponen colgadas, con lo cual no hay que romper piso. Tienen un rodamiento muy sencillo, por lo que no se traban, y su colocación es relativamente económica”, dice el arquitecto Santiago Rodríguez Amenábar, de H+A Herrería. “Además, si hay una pared donde esconderla se puede abrir totalmente. Si no, hay que poner dos hojas, una fija y una corrediza, con lo cual la apertura ya no será total”, agrega.
Sobre las desventajas de las corredizas, Rodríguez Amenábar señala que el cierre no es hermético y que, por eso, no son útiles para baños o para lugares que necesitan privacidad o silencio. “Se recomiendan para cerramientos visuales o grandes portones. Como los rodamientos son bastante resistentes, permiten que grandes puertas corran con más facilidad”, afirma.
En cuanto a las puertas plegadizas, el especialista destaca que sí requieren intervenir el piso porque necesitan una guía inferior que va embutida pero que, en este caso, el cierre sí es hermético. “Como es la que se utiliza para pequeñas hojas que van plegando, pueden tener una estética más vintage, con vidrio repartido. Pero si es muy grande, es un poco incómoda de mover. La plegadiza es más pesada y con el vidrio se puede trabar un poco. Funciona bien, pero hay que tenerle paciencia”, resume Santiago Rodríguez Amenábar.
ENTONCES, ¿CÓMO DECIDIR?
El tipo de ambiente es clave: en espacios pequeños o con muebles cercanos, la corrediza suele ser más práctica. En áreas amplias o de transición interior-exterior, la plegable ofrece mayor apertura.
El estilo arquitectónico también influye: las corredizas se integran mejor en diseños minimalistas, mientras que las plegables pueden aportar un toque más dinámico o clásico, según el material.
El uso previsto es otro factor: si se busca una división ocasional entre ambientes, la plegable permite flexibilidad; si se necesita una separación constante y discreta, la corrediza es más funcional. Y por supuesto, el presupuesto y el mantenimiento también pesan: las corredizas suelen ser más económicas y duraderas, mientras que las plegables requieren inversión en herrajes y mantenimiento periódico.
En definitiva, no se trata de elegir la “mejor” puerta, sino la más adecuada para cada caso. Ambas opciones pueden mejorar la calidad de vida en el hogar si se eligen con criterio. Lo importante es considerar no solo el diseño, sino también la funcionalidad, el uso cotidiano y la integración con el entorno. La puerta ideal, entonces, es la que mejor se adapta al espacio, a los hábitos y a la forma de habitarlo.
Fuente: LA NACION