¡Sumate A REMAX!

Edificio de los 680 Ojos en Buenos Aires: Simbolismo Oculto, Esculturas Colosales y el Legado de Otto Wulff

El increíble edificio de los 680 ojos: símbolos ocultos, esculturas colosales y el legado de Otto Wulff en Buenos Aires En la esquina de Avenida Belgrano y Perú, en el corazón del barrio de Monserrat, se impone una estructura que combina arte, técnica e historia. Se trata del edificio Otto Wulff, una obra construida entre ...

Edificio de los 680 Ojos en Buenos Aires: Simbolismo Oculto, Esculturas Colosales y el Legado de Otto Wulff

El increíble edificio de los 680 ojos: símbolos ocultos, esculturas colosales y el legado de Otto Wulff en Buenos Aires

En la esquina de Avenida Belgrano y Perú, en el corazón del barrio de Monserrat, se impone una estructura que combina arte, técnica e historia. Se trata del edificio Otto Wulff, una obra construida entre 1912 y 1914 por encargo del empresario alemán Otto Wulff y diseñada por el arquitecto danés Morten Rönnow.

Fue el primer edificio en altura realizado en hormigón armado en Buenos Aires, y hasta la inauguración del Palacio Barolo en 1923, ostentó el título de rascacielos porteño, con sus 72 metros distribuidos en doce pisos.

Su fachada, revestida con revoque símil piedra París, integra más de 300 símbolos esculpidos en moldes y organizados como parte de una narrativa cargada de significados.

Animales, dioses, seres mitológicos, calaveras, figuras masónicas y precolombinas conviven con cóndores de alas abiertas, querubines y serpientes que parecen observar desde cada ventana: son los “680 ojos” que le valieron el apodo con que muchos lo identifican.

Un manifiesto tallado en hormigón

El edificio se construyó sobre los terrenos de la antigua “Casa de la Virreina”, una vivienda colonial que había sido ocupada por el virrey Joaquín del Pino en el siglo XIX.

La demolición de esa casona no fue parte del proyecto de Wulff, sino consecuencia de un plan de ensanche de la Avenida Belgrano aprobado en 1909. Rönnow relevó esa casa antes de su desaparición y entregó los planos a la Facultad de Arquitectura de la UBA, en lo que se considera el primer registro documental de una construcción virreinal.

El inmueble adoptó el estilo Jugendstil —versión alemana del art nouveau—, pero también integró elementos del neogótico, del funcionalismo y del simbolismo centroeuropeo. La influencia de la Secesión Vienesa es evidente en su estructura y decoración. No hay detalles casuales: todo está pensado para narrar.

Atlantes, símbolos y codificación

Uno de los elementos más notorios del edificio son sus ocho atlantes —figuras humanas esculpidas que cumplen la función de sostén— de cinco metros de altura. Fueron realizados en Europa por el escultor Franz Metzner y representan, entre otros, al arquitecto Rönnow, al propio Otto Wulff, a maestros canteros, a personajes bíblicos y a figuras legendarias de la masonería como Hiram Abiff y Tubal Caín.

El arquitecto Fernando Lorenzi, especialista en restauración de cúpulas, del estudio INFILL y responsable de varios relevamientos del edificio, sostiene que el Otto Wulff “no está decorado, sino codificado”. A diferencia de otras obras del período, su simbolismo no se agota en la ornamentación: forma parte de un sistema conceptual. Para Lorenzi, la autorrepresentación del arquitecto en uno de los atlantes lo vincula con una tradición inusual: solo la iglesia de Notre Dame incluiría algo similar.

Rumores imperiales y un promotor forestal

Durante décadas circuló la versión de que el edificio había sido pensado como sede de la embajada del Imperio Austrohúngaro. La confusión surgió por las cúpulas verdes con coronas que coronan el remate, interpretadas como símbolos imperiales. Sin embargo, el investigador Iván Malesani, miembro de la Asociación Art Nouveau Buenos Aires, desmintió esta hipótesis: en 1912, cuando comenzaron las obras, la legación austrohúngara ya funcionaba en un edificio propio sobre calle Arroyo.

El verdadero promotor del proyecto fue Otto Wulff, un industrial alemán afincado en Argentina a fines del siglo XIX. Dueño de quebrachales en el Chaco, importador de materiales de construcción y socio comercial de Nicolás Mihanovich, Wulff buscó consolidar su presencia con una construcción innovadora y monumental.

Restauración y nuevo ciclo

En 2020, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires inició una restauración integral del edificio, en el marco del Plan Integral Casco Histórico. Los trabajos concluyeron en 2022 e incluyeron la recuperación de las ocho esculturas principales, refuerzos estructurales, limpieza de fachada e incorporación de iluminación LED en el basamento. Se respetaron materiales y técnicas originales y se evitaron agregados no documentados.

La intervención abarcó 1.410 metros cuadrados de superficie. Sin embargo, aún hay sectores que no han sido reacondicionados, como los pasillos interiores, los núcleos de circulación y las cúpulas-mirador, actualmente fuera de acceso por motivos de seguridad.

Oficinas con historia

Hoy, el Otto Wulff funciona como edificio de oficinas. Según Mariana Stange, de Mariana Stange Real Estate, se trata de uno de los inmuebles más emblemáticos de la ciudad, con alta demanda y baja rotación. Cuenta con 56 unidades distribuidas en 12 pisos, con un total de 2.845 m2 funcionales y 1.550 m2 de áreas comunes.

El valor de alquiler se ubica entre los USD 8 y USD 10 por metro cuadrado. Algunas unidades de 50 a 60 m2 se alquilan a $700.000 mensuales y pueden alcanzar los USD 40.000 en venta. La oferta apunta a estudios profesionales, empresas de software, ONG y firmas vinculadas al diseño, aunque varias oficinas permanecen sin reciclar.

Tecnología, patrimonio y mercado

El Otto Wulff fue una obra adelantada a su tiempo. Usó hormigón armado en una época en que ese material aún no tenía aplicación masiva. El edificio articula dos cuerpos, uno frontal y otro interior donde se concentra la circulación vertical. Las oficinas se distribuyen en plantas libres con columnas, losas premoldeadas y tabiques livianos, que contrastan con la riqueza escultórica de la fachada.

Según Fernando Lorenzi, el Otto Wulff es el edificio privado con mayor valoración patrimonial de Buenos Aires. Su restauración involucró no solo al Estado, sino también a descendientes del arquitecto y del promotor original, como el arquitecto Hernán Rönnow y los herederos de Otto Wulff.

Un enigma sin descifrar

Desde la vereda, los 680 ojos esculpidos siguen observando el movimiento urbano. Aves de rapiña, gárgolas, búhos, dioses, máscaras y figuras híbridas integran un repertorio que resiste el paso del tiempo. Cada elemento forma parte de un lenguaje visual que aún no fue interpretado del todo.

Como apuntó Lorenzi, el misterio del Otto Wulff no está en lo que exhibe, sino en lo que aún no reveló. La clave tal vez no esté en sus ornamentos, sino en su estructura: en su decisión de construir algo nuevo sobre lo que ya no está, pero dejó huella.

Otras Noticias

Cuáles son los “barrios emergentes” de CABA: dinámicas y tendencias que redefinen el mercado inmobiliario porteño

Su potencial de crecimiento impulsa proyectos innovadores, y cambios normativos, preferencias de compra y nuevos modelos financieros amplían las op...

Destacan un salto muy alto en la actividad del mercado inmobiliario rural: “La demanda de inversores está muy firme”

"Se observa menor oferta y sobre todo falta de nuevos campos en venta de buena calidad", aclaran desde el sector inmobiliario

Whatsapp IA

¿Tenés dudas o consultas? Interactuá con nuestro WhatsApp de Inteligencia Artificial y recibí respuestas rápidas y precisas. ¡Estamos para ayudarte!